EL FUEGO ETERNO

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EL FUEGO ETERNO

Esta historia del Baal Shem Tov, es una historia original jasídica del gran maestro.

La historia nos cuenta que el Baal Shem Tov, era un hombre tan piadoso, tan bondadoso, tan casto y puro, que Dios escuchaba sus plegarias cuando él oraba.
Tal es asi que todas los aldeanos del shtetl (en yiddish significa aldea) acudían a él para solicitarle ayuda cuando necesitaban algo o tenían un deseo del corazón insatisfecho.
Una vez por año Baal Shem Tov, en un dia especial elegido por él, reunía a la gente y caminaban hacia un lugar en el bosque, que el maestro conocía.
Allí el santo jasid, armaba un fuego con ramas y hojas que él recogía, que encendía de una forma particular y cuyas llamas se elevaban como si fueran el fuego eterno que ardía incesantemente en el Beit Amikdash, luego mirando al oriente Baal Shem Tov muy silenciosamente recitaba una misteriosa plegaria.
Era tal el fervor que Baal Shem Tov ponía en cada palabra, tal era su amor a Dios, que todos los concurrentes se inclinaban emocionados y el fuego parecía arder con mas ímpetu. Lo cierto es que luego de esta ceremonia, Dios concedía los deseos de todas las personas que allí estaban.
Como suele suceder con los hombres, el amado maestro envejeció y un dia partió de este mundo a sentarse junto a Dios y los justos.
Los aldeanos no conocían la misteriosa plegaria que el Baal Shem Tov pronunciaba con tanto amor. Pero conocían el lugar en el bosque y habían aprendido a armar el fuego.
Asi es que una vez por año, todos los que tenían verdadera necesidad y deseos del corazón insatisfechos se reunían en el mismo lugar. Alli prendían el fuego y como no conocían la plegaria Kabalística del maestro, recitaban salmos, se contaban sus cosas, o cantaban canciones.
Era tal el amor con que esta gente armaba el fuego y se emocionaba recordando a su amado maestro. Que Dios concedía los deseos de todas las personas allí reunidas.
El tiempo pasó, las aldeas desaparecieron, la gente que las habitaba se dispersó por distintos y remotos lugares del mundo y ya nadie seguía la tradición que el Baal Shem Tov había instituido. Nadie sabía en que bosque y en que lugar se reunían, ni las palabras que había que pronunciar, ni como encender el fuego como lo hacía el Baal Shem Tov.
Pero el Fuego Eterno nunca se apaga, y conocemos esta historia porque fue transmitida con amor hasta nosotros. Y es tal el amor que esta historia encierra, y es tal el fuego que enciende en los corazones y las almas de los verdaderamente necesitados y de aquellos que tienen algún deseo del corazón insatisfecho, que basta con que esta historia sea leída y que alguien la reciba, para que Dios complacido, conceda cualquier deseo y satisfaga cualquier necesidad a todo aquel que este compartiendo este momento. Amén

Elias Pessaj
SER O NO SER
Aquí y ahora…

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